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Hoy en TV: uno de los mejores 'western' de la historia, con John Wayne y nominado a 2 premios Oscar
Si eres fan del género, esta noche puedes disfrutar de una joya cinematográfica

La experiencia de ver a ambos actores juntos como un repulsivo Enrique VIII y una hipnótica Catalina Parr es una experiencia cautivadora
El historial matrimonial de Enrique VIII es de esos que cebaría hasta reventar cualquier programa del corazón. El monarca se casó seis veces y, por una cosa u otra, ninguna de las uniones funcionó. Su primera mujer murió, a la segunda le cortó la cabeza, la tercera falleció por complicaciones durante el parto, el matrimonio con la cuarta fue anulado, a la quinta la decapitó y la sexta… simplemente vivió más que él.
Las mujeres de Enrique VIII son recordadas, principalmente, por eso: por casarse con él. Porque no es ningún secreto que los favoritos de la historia son los hombres y las guerras y las mujeres han sido solo un apéndice para reproducirse y que un varón mantenga vivo el legado de su padre. Por eso, “para el resto de la humanidad debemos sacar nuestras propias conclusiones”. La cita, sin atribución, es con la que arranca y se construye La última reina (Firebrand), el filme de Karim Aïnouz en el que la protagonista es Catalina Parr, la última mujer de Enrique VIII.
La última reina (Firebrand), basada en la novela Queen’s Gambit de Elizabeth Fremantle, se ambienta durante los últimos días de vida del monarca en el siglo XVI, cuando regresa de una guerra en la que ya no podía apenas caminar por una herida infectada en su pierna. En su ausencia, la regente fue Catalina Parr, una mujer inteligente, culta, una madre para los hijos que su marido tuvo con sus otras esposas y la que consiguió que María I -hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón, futura reina de Inglaterra por derecho propio- volviera a ser admitida en la corte.
Uno de los temas candentes de la época era la religión y Catalina Parr tenía ideas reformistas contrarias a las de su marido, que era anglicano. La monarca incluso publicó un libro religioso titulado Prayers on Meditations. Uno de los principales debates por entonces era la traducción de los textos religiosos al inglés, lo que democratizaba las escrituras y quitaba el poder a los únicos que hablaban latín. A los conservadores y antiprotestantes no les gustaba, así que lo utilizaron para poner a Enrique VIII en contra de su última mujer, quien estaba a favor de las traducciones.
La paranoia, la desconfianza y el miedo son los tres ingredientes principales en la relación entre Catalina Parr y Enrique VIII en La última reina (Firebrand). El filme de Aïnouz es una película histórica, sí, pero también un interesante y medido 'thriller' con una magnética Alicia Vikander como protagonista. Su Catalina Parr es hipnótica, elegante y está llena de carisma.
Jude Law, por su parte, se mete en la piel de un monarca violento y borracho de temor a la traición. Parecía imposible en alguien como Law, pero el actor da mucho asco como Enrique VIII. No es solo por su pierna putrefacta, también provoca repulsión con su postura, con lo ridículo que es en el sexo, con sus deseos de niñato y con su forma de tratar a los que le rodean. Es como un niño pequeño rollizo y malcriado al que siempre hay que hacer caso. Law, como contó durante su paso por el Festival de Cannes, se puso en contacto con un perfumista para que creara un aroma fétido que mezclara notas de pus, sangre, materia fecal y sudor. Huele a través de la pantalla.
Si por separado funcionan, ver a Vikander y Law jugando juntos en la gran pantalla es una experiencia cautivadora. La última reina (Firebrand) es, sobre todo, un gran ejercicio de interpretación, pero la ambientación tampoco se queda atrás. Los fans de las películas de época disfrutarán, no solo por la historia que relata el filme, también por todo lo que la rodea. Visualmente, el filme de Aïnouz es bello y seductor en sus imágenes.
La historia cuenta que Catalina Parr casi fue arrestada por herejía. De llegar a ser declarada culpable, sería quemada en la hoguera y Enrique VIII tendría otra tortura más que añadir a su expediente marital. La historia también especula que consiguió librarse de la muerte recuperando la confianza de su marido. Sin embargo, como avisa La última reina (Firebrand) en su inicio, eso de que hay que sacar "nuestras propias conclusiones" con todo lo que no sean hombres y guerras, el filme elige su propio camino e imagina un desenlace diferente para la heroína. No ocurrió en la vida real, pero sabe a victoria.
14 Mar 2025
14 Mar 2025
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14 Mar 2025
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